domingo, 21 de junio de 2009

Ensayo




La nada al horizonte. Agonía lenta y tortuosa sin luz.
Cuando la coraza cayó vino el desastre
y la metástasis de soledad arraigó sin piedad
en los mas enrevesados rincones del alma.
La noche siempre fue aliada en la melancolía,
siempre compañera, nunca falla.
El corazón fisurado, astillado mil veces…
la cabeza pasada de revoluciones y la duda,
la sombra de la duda siempre acechando,
hábil, carroñera, certera…
Sin más recurso que el tirando, pasar los días,
consciente sin duda de mi inexistencia,
como un trovador sin una estrofa.
Echando los dados día tras día,
buscando una mirada, zurcir las heridas
hallando solamente el abrazo de la luna
y como único descanso el colchón.
Con la estúpida obsesión de adelantar afecto
sabiendo que saldría rojo aposté al negro
intentando desafiar la causa-efecto
no me acostumbré a no mear contra el viento.
Y ahora estoy sólo, borracho y sólo
ahogando los demonios y esa enorme ración
de miedo, llevando debajo del brazo mi alma
con las fuerzas tan justas y ninguna convicción

Escuchando Salitre otra vez más
en las cuentas de nadie, vacío, roto, exhausto….


Jose I. López

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